
ACTUALIZACIONES SOBRE
EL CONTROL MOTOR Y EL “CORE” EN DOLOR LUMBAR Y PÉLVICO
ENTRENAMIENTO DEL
CONTROL MOTOR
Asistimos a la Clase Magistral de Paul Hodges en Madrid, en
la Universidad de Alcalá de Henares, a continuación intentamos plasmar un pequeño
resumen de parte de su excelente exposición. Gracias al trabajo de
investigación y divulgación de personas como Paul Hodges podemos avanzar en el
conocimiento y beneficiar a nuestros pacientes en la práctica clínica.
DEFINICIÓN
El entrenamiento del control motor tiene como objetivo restaurar
el control óptimo de la columna y la pelvis. Para ello, es necesario evaluar
los patrones de activación muscular, la postura, el movimiento, la función sensorial
y la coordinación de las múltiples funciones de los músculos del tronco.
También, optimizar la carga en las estructuras de la columna y la pelvis, todo
ello adaptado a los cambios específicos de cada individuo.
El mantenimiento del control óptimo de la columna y la
pelvis, depende de un correcto equilibrio entre la rigidez, necesaria para
mantener el alineamiento y el control de las fuerzas de cizallamiento, y el
movimiento, necesario para realizar la función, la absorción o amortiguación de
las fuerzas, transferencia de la carga y distribución de esta entre los
segmentos adyacentes. Todo esto, se consigue gracias a la coordinación entre
los músculos monoarticulares y poliarticulares, así como, a través de la combinación de mecanismos como
la tensión fascial y la presión de la cavidad abdominal y torácica. Teniendo en
cuenta que tanto la disminución como el exceso de activación muscular, tensión
fascial y presión son también contraproducentes.
Otro aspecto importante, es la correcta sincronización de
los tiempos de activación de todos estos
mecanismos, es decir, que haya una correcta estabilización del núcleo
lumbopélvico precedida a cualquier fuerza que pueda perturbar la columna. Para
ello, necesitamos un adecuado tiempo de reacción
ante algo inesperado, un buen comportamiento predictivo basado en la experiencia, y mantener una actividad
tónica de la musculatura para estar preparado
ante posibles alteraciones.
Un buen control motor, depende de un correcto funcionamiento
de la musculatura estabilizadora, de
músculos como el transverso del abdomen, multífidos lumbares, diafragma y
musculatura que conforma el suelo pélvico. Todos ellos tienen una actividad
anticipatoria, independiente de la dirección de las fuerzas, y participan en el
mantenimiento de una correcta presión intraabdominal.
Respecto a la biomecánica, el transverso del abdomen
disminuye el movimiento intervertebral, aumenta la rigidez intersegmentaria y
disminuye la flexibilidad de las articulaciones sacroilíacas. Los multífidos
lumbares, por su parte, incrementan la
rigidez intersegmentaria y controlan las fuerzas de cizallamiento.
Otro aspecto a tener en cuenta, es la participación de estos
músculos en otras funciones, como el diafragma en la inspiración, el transverso
abdominal en la espiración, y el suelo pélvico en el control de la presión de
la uretra y la vejiga. Por lo tanto, tenemos que considerar patologías
respiratorias, incontinencia, problemas de próstata… como aspectos que pueden
perturbar el control motor.
Durante un proceso de dolor lumbar, se van a producir cambios en el control motor,
con alteraciones en la activación muscular, la postura, el movimiento y la
función sensorial. Así como, en la coordinación de las funciones de los
distintos grupos musculares que conforman el tronco. Los cambios en el control
de la activación muscular pueden
comprometer la función, como son actividad
reducida, retardo en la actividad muscular, menor actividad tónica, aumento de
la actividad muscular y reorganización del córtex motor; y otros, que pueden comprometer la estructura del
músculo, como atrofia muscular e infiltración grasa. También, cambios en la
postura, como posturas pasivas en parte
o en toda la columna o excesiva actividad muscular. Por último, cambios en la
función sensorial como un input inexacto o una mal representación e integración
central.
El dolor va a llevar consigo un comportamiento adaptativo
protector, que aún siendo beneficioso a corto plazo, (nos permite preservar la
función), mantenido a largo plazo puede
tener consecuencias perjudiciales, pues nos puede llevar a una aceleración de los cambios estructurales
y a más problemas. También a una reducción del movimiento, lo cual es importante para la disipación de
las fuerzas. A largo plazo, se van a
producir también cambios a nivel central con una disminución del área cortical
destinado al control del transverso abdominal y un incremento del área
destinado a los mecanismos de protección. La discriminación del control
muscular entre músculos monoarticulares y poliarticulares está perdida.
Dentro del entrenamiento del control motor, es importante no perder de vista la
importancia de los aspectos biopsicosociales específicos de cada paciente, que
pueden dar lugar a una amplificación,
persistencia e inapropiada adaptación motora más allá de lo necesario.
Para entrenar el control motor, tenemos que hacer una correcta evaluación de
los fallos que se producen en la postura y alineamiento de la columna,
movimiento y activación muscular. A partir de aquí, un entrenamiento
individualizado y específico para cada paciente, empezando por una optimización
del control motor en progresión estática y en progresión dinámica, para acabar
con una reeducación funcional específica que cumpla con los objetivos del
paciente. Todo ello, sin perder de vista cuestiones como la respiración, la
continencia y otros desórdenes que puedan afectar al suelo pélvico, regiones
adyacentes, función sensorial, equilibrio, fuerza muscular y acondicionamiento
físico, así como creencias y aptitudes.
Reitero nuestro agradecimiento, a todas aquellas personas que con su esfuerzo
diario y la divulgación que hacen de sus conocimientos nos ayudan a avanzar en
nuestra profesión.
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